mayo 22, 2009

Rosarin en aventura switch (del cole Tras Eros Sin Vergueza)

Una de las aventuras de mi personaje Rosarin, del cole Tras Eros Sin Verguenza Personajes del colegio Tras Eros sin Vergüenza, grupo yahoo azotainaseroticas Rosarin, alumna del cole (switch). En este capitulo empieza atrapada en un hotel, debido a que se fugó del colegio y fue encontrada por su tía, su profesor y su primo Manuela, la tía de Rosarin (switch). Profesora del cole Remigio, primo de Rosarin (switch). Alumno del cole Nef (SPANKER), profesor del cole Andres(switch), repartidor de la empresa TeleMenúSpank (servicio de spanking y cena a domicilio, transporte de instrumentos de azotar y cremitas para nanai de pompis) 10 enero 2006 Hahahahahah Hahahahahah Hahahahahah Mis genes "diablescos" salieron a flote esa noche… En la tarde mi tía estaba obviamente incómoda por la paliza recibida, y también por las miradas libidinosas que Remigio le dirigía de tanto en tanto. Delante de mí procuró contenerse, mostrándose mujer adulta y educada, sólo le regañó con la mirada un par de veces. Pero sus ojos eran dos brasas encendidas clamando por revancha: yo me daría ese gusto por ambas… venganza a la manera mía contra ambos victimarios. Hahahahahah Hahahahahah Hahahahahah (léase como risa maléfica). Cuando la sentí irse supe que empezaría un episodio oscuro para 3 almas, más negro que la noche misma. Mi primo empezaba a cabecear viendo T.V. Me las arreglé para abrir el frigobar, y melosamente le ofrecí, como en una película de Frank Sinatra, un escocés en las rocas. Inmediatamente se burló de mi ignorancia, pues yo había decorado el trago con unas piedrecillas del macetero. Para no perder ni un poquito, vació en un jarro el contenido líquido y se lo tragó de un sorbo "a lo mero macho". Ni tonta ni perezosa le serví uno de color marrón que olía dulce. Y para mí lo mismo para que no desconfiara. Bebió como corderillo inocente, en la tercera degustación probó licor de menta y ya tenía los ojos vidriosos. Por supuesto, la mata de gardenias estaba intoxicada con los vasos que caían allí tras mis supuestos sorbos y toses jejejeje ¿acaso creyó que realmente nunca había ido yo de copas?... para apresurar el resultado diluí un poco shampoo en un concho de crema de whisky. El pobre se puso azulado, vomitó hasta la los pecados de sus antepasados jajajaja yo le limpié la cara, apenas conteniendo el asco, y después le ayudé a envolverse con la frazada que tenía ya preparada… ¡ Estaba enrollado, débil, y a mi merced !. Así, atrapado en el super-pegamento, lo mandé rodando por la alfombra hasta quedar de bruces bajo mi pie desnudo. Reclamaba y forcejeaba, pero me senté a horcajadas en su espalda y comencé la tarea de despejar con una tijera la zona penitenciaria: sus peludas nalgas. Una vez con mi objetivo al descubierto, Remigio de rostro granate suplicaba que no le tocara. Le advertí que ninguna palabra podía salvarle, y que más bien se hacía conservando la dignidad de la lengua para adentro que alegando. Con el equipo móvil que él mismo cargaba le saqué varias fotos comprometedoras de su honra. - ¡ Matanga ! - le dije al oído - nuestra vieja expresión familiar para apropiarse de los juguetes ajenos Creo que pensó que la humillación llegaba a su término porque se relajaron sus intentos de escapatoria. En cambio yo tenía en mente planes muy concretos, estilo inquisición… Primero dejé caer gruesas gotas de cerote sobre su inmaculado trasero varonil, le depilé a tirones algunas zonas, inmortalizándolas en la cámara. Inmovilizándolo con inusitada fuerza, continué la labor justiciera aplicándole crema en sus maltratados glúteos. ¿Para qué? Pues para incrementar el calor que sentiría llegado el momento de los azotes… un período que debió hacérsele muy laaaaargo de aguantar. Baste decir que a la postre cara y culo tenían un encendido magenta parejito; Remigio mudo, enfurruñado hasta las vísceras. En ese punto oímos los lamentos provenientes de la habitación contigua. Se daba por entendido que mi tía Manuela volvería a desayunar de pie. Armé un bolso con los útiles indispensables e hice una llamada con cargo al cuarto. Ahora el turno de pagar de Andrés… Hahahahahah Hahahahahah Hahahahahah (oh, si: que mala fui). La empresa que construía las malditas máquinas azota-culitos estaba en el fondo de una de las depresiones del valle que componía la ciudad. Un taxi me llevó hasta la cima lateral, cercana en altura. Gracias a mi mucha experiencia televisiva no me amilané ante la posibilidad de que la misión fuese imposible, si Tom Cruise podía, yo también. Solamente sentirme capaz de hacer aquel esfuerzo compensaba las casi seguras jornadas de meditación en el rincón que me llevaría por el resto del año. Sin considerar la presunta "linda rabieta" de mi queridísimo Nef y las consiguientes azotainas para las que me estaba auto-concientizando como agradables jueguitos de doloroso placer, esto parecía una aventura extraordinaria. El vulnerar los sistemas de seguridad del galpón 9 de la fábrica me convertía en heroína, en delincuente y en mártir de un solo paso. Más bien en un solo salto. Agarré vuelo con los ojitos apretados, rogando a todos los angelitos del cielo por aterrizar en el hueco que había vislumbrado cuando nos llevaron de paseo educativo a conocer las instalaciones. Dicho sea de paso la idea debe haber sido asustarnos, sin embargo, para mi, esos viajecitos tenían la virtud de exaltar mi imaginación criminalistica, atenta a las fallas posibles de utilizar en caso de invasión… jejeje bueno, soy toda una fans televita de los programas de detectives. Levemente magullada reboté en una malla de género, ingresando al sector de reparaciones de los artilugios. Trabajé arduamente posicionando las cosas para el espectáculo que deseaba presentar al despuntar el alba. El celular de Remigio llamó a TeleMenúSpank, conseguí que despertaran a Andrés a gritos jejeje. La moto rompió la quietud madrugadora. Mi segunda víctima cayó en la telaraña urdida para tal propósito. Veloz como el rayo le amordacé, y apliqué una técnica parecida a la que me sirvió con Remigio. Estaba más complicado por su sobriedad, pero su temor a las pinzas eléctricas lo mantuvo quietecito. Pa'l caso ni pensaba en usarlas, sólo amenazarlo. Una vez engrillado en el potro con paletas móviles, encendí el contacto, dándome el lujo de irle bajando lentamente los pantalones hasta los tobillos. Las huellas de sus recientes castigos aún estaban vivas, aunque el recordar como había tratado a mi tía me salvó de la mínima compasión que tal vez se merecía. Estoicamente recibió no menos de cien paletazos antes de que mis oidos captaran la voz de mi adorado profesor Neftalí surcando las inmediaciones del lugar

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