noviembre 20, 2009

La nueva esclava del Conde (1era parte)

(cuento inventado en chat de hoy 20 11 2009) rams de M disfruto de ser yo misma en el placer, en el quejido y en el leseo dice: El conde salio hacia el mercado en cuanto despuntó el alba, quería tener la oportunidad de ver a las esclavas traídas las tierras de Acuadion, antes que los astutos vendedores las compusieran y aleccionaran NO tenia en mente una en especial, sólo quería probar su nuevo transporte y aquella vara de mando que le había regalado su amigo hechicero cuando cumplió sus 30 El Grifo era una imponente "cabalgadura" y con él impecablemente vestido de dorado causó gran sensación en le mercado Sus súbditos le reverenciaron antes de reconocerle, mientras que los nobles de castas similares a las suyas le dedicaron envidiosas miradas desde sus literas sostenidas por wuarfos y troles entrenados A pesar de la emoción de saberse admirado tan de cerca por mujeres Sabrunas y por damas pertenecientes al harem del ducado, tuvo la precaución de mantener un perfil humilde, sonriente y calmado. Las Sabrunas solían ser independientes, despectivas con casi cualquier especie y especialmente con el género masculino. Algunas desarrollaban una frondosa cola plateada al llegar a la pubertad, otras orejas puntiagudas, algunas garras y dientes lobunos... Las desafortunadas que no presentaban marca alguna de sabrunismos eran desterradas de sus clanes alfabéticos apenas cumplían la mayoría de edad. Solamente podrían volver a ser recibidas si demostraban personalidad sabruna reconocida por las otras razas semihumanas y humanos comunes. La leyenda decía que aunque una sabruna podría parecer 100% fémina mortal humana, sus dotes saldrían a la luz de la luna llena del cambio de estación de verano a otoño. Pero los comentarios de la burgesia sabrunense agregaban además que las chicas solamente cambiarían su burda humanidad por el sabrunismo deseado, cuando fueran motivadas correctamente en sus instintos .... naturales.El conde había estudiado mucho el tema. La mayoría de las páginas de los libros que había obtenido sobre las féminas de Acuadion, estaban rayadas con apuntes suyos sobre las particularidades de las Sabrunas. Desgraciadamente ninguna influencia relativa a su castillo, su poderío económico o militar , era suficientemente convincente como para que los conocimientos ancestrales sobre los instintos púberes de las sabrunas le fuesen revelados. Ya lo había intentado su abuelo, y el conde _ su tío_ que lo precedió y crió. Ni siquiera la dulzura y manipulación de su cuasi prima _meretriz del potentado Márquez_ le habían dado resultados fidedignos. Sólo sabia que los instintos naturales de las sabrunas sin signatura, deberían despertar en las mismas formas que les sucedía a las criaturas vivas no mágicas: debido a pulsiones irrefrenables Había pensado en asustar a una sabruna, y que el terror la desarrollara como hembra plena. Y también había considerado privarla de sus sentidos, de manera tal que al verse acorralada e insegura la auto preservación la hiciera reaccionar. Pero ambos planes le parecían un tanto inconvenientes, pues si las damitas funcionaban más como mujeres normales que como sabrunas, corría el riesgo de perderlas en el intento. Y él no era fanático del ensayo y error con ningún tipo de ser.... en especial porque entendía que su poder le implicaba una gran responsabilidad Premunido de su vara de mando, aun sin uso, se paseó entre los puestos que recién se armaban y las carpas en las que se instalaban los noblecillos que más adelante serian los elogiados en las fiestas populares Las muchachas esclavas, eran descargadas semi inconcientes desde alforjas gigantescas en las que las apilaban a ambos lados de Bifantes de 4 alas... unos arrugados esperpentos tan grandes como un dragón adulto y el doble de ancho de cuerpos. El conde vió como los encargados las ponían sobre fardos cubiertos de lona, las reanimaban con el líquido acostumbrado y así daban comienzo al proceso de maquillaje y selección de roles. Las chicas debían interpretar algún personaje atractivo de la localidad a la que llegaban; de modo que esas características indicaran a los compradores el tipo de mercadería que iban adquirir. Por este motivo era primordial para el conde verlas antes de que actuaran lo que les enseñaran. Necesitaba descubrir la esencia verdadera en muchachas aparentemente vulgares, quería olisquear sus humores de loba en celo…antes que los aceites y atuendos las hicieran similares, estúpidas, amorfas El conde se asomó a varias de las tiendas más pobladas: convertidas en alfileteros ambulantes muchas muchachas ya estaba siendo relajadas con técnicas de la tierra del sol rojo. A lo lejos pudo notar que para las más díscolas, el sistema era más clásico… paliza concienzuda en las nalgas y hasta ataduras Sospechaba que una sabruna, por muy jovencita y tímida que fuese, no se iba a dejar clavar ni una astilla de adrede... y que tampoco se entregaría fácilmente a una zurra.... Anhelaba tanto una chica a quien domar, que le reconociera NO por ser conde, sino por ver en él su don de dominar. Recurrió a la vara de mando, llamó al grifo, ambos convertidos en algo como diminutos insectos escudriñaron los sectores específicos donde se "trabajan" a las muchachas que se negaban a adecuarse a lo que se solicitaba de ellas. Palas de cuero, cinchas, atados de hojas, trenzas de cauchilon, y otros elementos atemorizantes se exponían en mesas cuyo propósito era hacer decaer la moral de las irreverentes hembras, hasta hacerles entender lo que era ser esclavas segun sus captores El conde tuvo la ocasión de ver muy de cerca varias azotainas, las jóvenes aguantaban hasta 6 o 12 golpes y se rendían ante la evidencia que era mejor un traje de seda y unas cuantas frases a memorizar... que un calzón de hierro cubriendo sus intimidades enrojecidas y hasta una mordaza con máscara para las que no cejaban en el uso de insolencias. 6 muchachas habían en estas condiciones. Sus nalgas y espaldas evidenciaban un trato duro con cuero, suela y madera. Los calzones con candado les fueron puestos sin contemplaciones por sus gestos de dolor. Sólo una se mantuvo estoica, y más aún, profiriendo amenazas verbales, incluso pateando Un par la imitó, fueron amordazadas, les pusieron una mascara de princesa, (hecha de paja liviana) cubriéndoles el rostro que sin duda se contrajo cuando les azotaron la planta de los pies Los quejidos suplicantes se comprendían perfectamente. Las imitadoras obedecieron entonces a las órdenes, ejecutaron los gestos de coreografía y por lo tanto fueron puestas en el sector de "rebajas" en vez de en el temido cepo del remate. La incitadora, había palidecido al ver el tratamiento a sus desdichadas colegas...tal vez imaginando lo que le sucedería por haber pateado al capataz. Pero en vez de amilanarse cuando dos fortachones se acercaron a ella con sendas correas, levantó el mentón y les increpo "animense, abotonados, en par aun son poco para mi" El destello de sus ojos, su movimiento de melena, sus blancos dientes brillando ... ¡Exactamente lo que el conde buscaba! Pero no iba a detener el espectáculo que se avecinaba volviéndose tamaño normal en medio de la zona más oculta de las guarderías de esclavas. A su pesar, el conde tuvo que dejar a la bella rebelde cuando los hombrones la cargaban cual cabrito al palo.... después de haberle dado unas pocas pero certeras muestras de lo que obtendría en el cepo en cuanto el capataz se los permitiera _ La chica ni lloriquea ni ruge... y si es posible... diría que se ve aun mas hermosa con ese mohín despectivo en su rostro, su vulva vestida de metal y con sus cuartos traseros enrojecidos Alejado convenientemente de las esclavas y del público en general, el conde-insecto dió rienda suelta a su placer personal... Hasta calmar sus ímpetus que lo tenían duro como un colmillo de Bifante Sabía que si no se apresuraba, los brutos esclavistas podían estropear irremediablemente a su escogida. Pero por otro lado, no estaría bien visto que solicitara una esclava especifica que se suponía nadie había visto aun. Se sirvió oído agudo del grifo para descubrir el lugar en que la regañaban, atándola y amordazándola. Por suerte no la habían vapuleado más, se contentaban con amenazarla y, ocasionalmente, hacerle tocaciones lujuriosas. Era un cepo casi en los faldeos de la colina menor, aledaña al arroyo que surtía el campamento. Un sitio ideal para la llegada de un fuereño, incluso un burgués de Acuadion Usando la vara de poder, hizo del grifo un jumento (disculpándose), de sus doradas vestimentas un raído traje de viajero y de su porte de gentil el de un hombre mayor, algo enclenque

1 comentario:

  1. Siempre me ha gustado la idea de alguien que puede ejercer el control sobre una dama basicamente por derecho de nacimiento, aunque sólo como idea literaria pues no me gustaría llevarlo a la práctica. Igual, muy buen relato, veamos hacia donde conduce

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